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Itinerarios
Los pueblos del gusto del territorio de Pistoia

Tres días de historia, arte y sabores entre las montañas y Valdinievole

¿Sabías que a los romanos les gustaban tanto las ostras que incluso se las llevaban al campo de batalla? ¿Y que uno de los puentes más largos de Europa está en Toscana? Si tienes curiosidad por conocer otras peculiaridades del territorio - y tres días libres - te recomendamos que visites los pueblos de Pistoia: pequeñas joyas que conservan la historia, el arte, los sabores y las leyendas. En estas partes, el paisaje es sensacional durante todo el año; los amantes de los deportes de invierno pueden combinar un viaje cultural a las pistas de esquí: las instalaciones de Abetone y Doganaccia se encuentran a pocos kilómetros del centro de Pistoia y son fácilmente accesibles.

Partiendo de la llanura de Pistoia, el itinerario se centra en los pequeños pueblos de las montañas: una oportunidad para degustar productos locales como setas, pasta fresca, bayas y quesos. El viaje termina en Valdinievole entre olivos, colinas y cítricos.

1.
PRIMER DÍA
Desde Serravalle Pistoiese hasta Montale

Si te gustan los pueblos medievales, debes detenerte en Serravalle Pistoiese, a unos pocos kilómetros de distancia de Pistoia.

Antes de dar un paseo por las estrechas calles del centro, se puede subir a la  Torre Longobarda, también conocida como la Torre Barbarroja. A través de una escalera de hierro bastante estrecha, se puede acceder a la parte superior del edificio para admirar el panorama de la llanura de Pistoia. Algunos restos de las antiguas murallas del pueblo y la puerta de entrada al castillo son aún visibles hoy en día.

En cambio, quienes sufren de vértigo pueden visitar la Iglesia Santo Stefano, donde hay dos esculturas de terracota vidriada del taller de Buglioni, que representan a San Antonio Abad y a San Lodovico de Toulouse. San Lodovico goza de una profunda devoción en Serravalle Pistoiese; el nombre "Lodovico", de hecho, es muy común entre los habitantes locales.

Para el almuerzo, puedes ir a Montale para gustar una comida típica de Pistoia. ¿Algún consejo? ¿Qué tal un plato de macarrones con salsa de pato? ¿O bien, probar la pappa al pomodoro, peposo o tripa? Ciertamente tendrás un gran comienzo, listo para cruzar el umbral de la Villa Castello Smilea. Aquí, además de la biblioteca, se pueden admirar exposiciones y muestras (temporales y permanentes).

Si te gustan los pueblos medievales, debes detenerte en Serravalle Pistoiese, a unos pocos kilómetros de distancia de Pistoia.

Antes de dar un paseo por las estrechas calles del centro, se puede subir a la  Torre Longobarda, también conocida como la Torre Barbarroja. A través de una escalera de hierro bastante estrecha, se puede acceder a la parte superior del edificio para admirar el panorama de la llanura de Pistoia. Algunos restos de las antiguas murallas del pueblo y la puerta de entrada al castillo son aún visibles hoy en día.

En cambio, quienes sufren de vértigo pueden visitar la Iglesia Santo Stefano, donde hay dos esculturas de terracota vidriada del taller de Buglioni, que representan a San Antonio Abad y a San Lodovico de Toulouse. San Lodovico goza de una profunda devoción en Serravalle Pistoiese; el nombre "Lodovico", de hecho, es muy común entre los habitantes locales.

Para el almuerzo, puedes ir a Montale para gustar una comida típica de Pistoia. ¿Algún consejo? ¿Qué tal un plato de macarrones con salsa de pato? ¿O bien, probar la pappa al pomodoro, peposo o tripa? Ciertamente tendrás un gran comienzo, listo para cruzar el umbral de la Villa Castello Smilea. Aquí, además de la biblioteca, se pueden admirar exposiciones y muestras (temporales y permanentes).

2.
SEGUNDO DÍA
El camino del hielo, el hierro y... ¡un puente colgante!

El segundo día comienza con una visita al Ecomuseo de las Montañas de Pistoia que ofrece 6 diferentes itinerarios temáticos. Cada recorrido tiene un enfoque diferente y explora un aspecto del territorio. Se parte de la Heladera Madonnina en la localidad Le Piastre: es una estructura, construida en el Siglo XVIII, donde se conservaba el hielo y luego se revendía. Luego nos ditigimos a Maresca, una aldea de San Marcello Piteglio, para entrar en la antigua Fundición Papini. Aquí puedes seguir las etapas del labrado del hierro y probar tu mano en el modelado del metal.

Puedes ir en coche a Campo Tizzoro para un encuentro cercano con la historia. El Museo Refugio SMI (Sociedad metalúrgica Italiana) merece al menos un par de horas de visita. Aquí se fabricaban balas, casquillos, armas y otros objetos de cobre y latón; vale la pena ver los refugios antiaéreos SMI, el único ejemplo en Italia de un refugio subterráneo de este tamaño.

Puedes darte el gusto de una rica pausa para el almuerzo en Melo, un pequeño pueblo de Cutigliano, para degustar los legendarios tortelli rellenos de queso ricotta y espinacas; lomo de cerdo asado y necci hechos de harina de castañas. Para digerir mejor, ve al Puente Colgante, uno de los más altos del mundo (40 metros) y de unos 220 metros de largo. Construido a principios del Siglo XX, permitía a los trabajadores de un lado ir a trabajar al lado opuesto de la montaña.

Antes de regresar al hotel, puedes visitar la Parroquia de Popiglio, una interesante iglesia románica tardía dedicada a Santa Maria Assunta.

El segundo día comienza con una visita al Ecomuseo de las Montañas de Pistoia que ofrece 6 diferentes itinerarios temáticos. Cada recorrido tiene un enfoque diferente y explora un aspecto del territorio. Se parte de la Heladera Madonnina en la localidad Le Piastre: es una estructura, construida en el Siglo XVIII, donde se conservaba el hielo y luego se revendía. Luego nos ditigimos a Maresca, una aldea de San Marcello Piteglio, para entrar en la antigua Fundición Papini. Aquí puedes seguir las etapas del labrado del hierro y probar tu mano en el modelado del metal.

Puedes ir en coche a Campo Tizzoro para un encuentro cercano con la historia. El Museo Refugio SMI (Sociedad metalúrgica Italiana) merece al menos un par de horas de visita. Aquí se fabricaban balas, casquillos, armas y otros objetos de cobre y latón; vale la pena ver los refugios antiaéreos SMI, el único ejemplo en Italia de un refugio subterráneo de este tamaño.

Puedes darte el gusto de una rica pausa para el almuerzo en Melo, un pequeño pueblo de Cutigliano, para degustar los legendarios tortelli rellenos de queso ricotta y espinacas; lomo de cerdo asado y necci hechos de harina de castañas. Para digerir mejor, ve al Puente Colgante, uno de los más altos del mundo (40 metros) y de unos 220 metros de largo. Construido a principios del Siglo XX, permitía a los trabajadores de un lado ir a trabajar al lado opuesto de la montaña.

Antes de regresar al hotel, puedes visitar la Parroquia de Popiglio, una interesante iglesia románica tardía dedicada a Santa Maria Assunta.

3.
TERCER DÍA
Desde Collodi hasta Montecatini Alto

Quando se dice Collodi se piensa inmediatamente en Pinocho, el famoso títere de madera, protagonista de un verdadero y propio Parque temático. Pero además de esto, puedes visitar el Jardín Histórico de Villa Garzoni, donde Carlo Lorenzini pasó mucho tiempo, ya que su padre, durante un período, fue el jardinero del complejo.

El pueblo alto de Collodi es característico de Toscana, hecho de calles de piedra, callejones estrechos y gatos dormidos: ¡perfecto para una foto! A poca distancia se encuentra Buggiano Castello, también llamado el "pueblo de los cítricos". Aquí se respira paz y serenidad, con una vista impresionante de Valdinievole. Una pequeña curiosidad: las casas del lugar tienen un color particular, el "rojo buggiano", que las distingue de las otras casas vecinas.

Para el almuerzo, llega a Montecatini Alto, usando el encantador funicular. En la plaza central, elige el restaurante o taberna que más te guste y... ¡déjate sorprender por los sabores auténticos! En otoño se pueden disfrutar de excelentes platos a base de setas y castañas, o bien, de quesos enriquecidos con mermelada de higos. Pero durante todo el año se pueden degustar asados, barquillos de Montecatini y vinos de excelente calidad.

Quando se dice Collodi se piensa inmediatamente en Pinocho, el famoso títere de madera, protagonista de un verdadero y propio Parque temático. Pero además de esto, puedes visitar el Jardín Histórico de Villa Garzoni, donde Carlo Lorenzini pasó mucho tiempo, ya que su padre, durante un período, fue el jardinero del complejo.

El pueblo alto de Collodi es característico de Toscana, hecho de calles de piedra, callejones estrechos y gatos dormidos: ¡perfecto para una foto! A poca distancia se encuentra Buggiano Castello, también llamado el "pueblo de los cítricos". Aquí se respira paz y serenidad, con una vista impresionante de Valdinievole. Una pequeña curiosidad: las casas del lugar tienen un color particular, el "rojo buggiano", que las distingue de las otras casas vecinas.

Para el almuerzo, llega a Montecatini Alto, usando el encantador funicular. En la plaza central, elige el restaurante o taberna que más te guste y... ¡déjate sorprender por los sabores auténticos! En otoño se pueden disfrutar de excelentes platos a base de setas y castañas, o bien, de quesos enriquecidos con mermelada de higos. Pero durante todo el año se pueden degustar asados, barquillos de Montecatini y vinos de excelente calidad.

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